sábado, 2 de febrero de 2013

Capitulo 9

El día en casa me agobia, mi mente no se calla, me empieza a doler la cabeza, no se que hacer. Necesito aire. Necesito salir de aquí y despejarme.

Me levanto del sillón y y cojo mi abrigo y salgo de aquella casa que me encierra.

No sé a donde ir, mis pies se mueven sin tener un rumbo fijo.

Empieza a nevar, veo como cada copo de nieve va cayendo del cielo y acaba en el suelo, derritiéndose. Alzo la cabeza y voy andando así, despistada por las calles, hasta que de repente alguien se choca conmigo, caigo al suelo y esa persona cae encima mía. Observo quien es.

Es él.

Se levanta rápidamente y se disculpa una primera y luego una segunda vez, me callo, no contesto, no le digo ninguna palabra, no sé que decir, es como si mis cuerdas vocales no quisieran funcionar.

Me doy media vuelta y echo a correr.

-¡Espera! ¡No te vayas! -Logro escucharle decir desde lo lejos.

Pero nada, sigo corriendo, alejándome cada vez más de él.

Quiero desaparecer, no volvérmelo a encontrar. No quiero volver a revivir todos aquellos sentimientos que muy en el fondo sé que siguen ahí.

Creo que me he alejado lo suficiente, estoy en un parque, un parque que no reconozco.

Observo los juegos dispersados por la longitud del espacio, me siento en el columpio y empiezo a moverme hacia delante y hacia atrás, cada vez más alto, cierro los ojos y dejo que el aire se choque contra mi y la nieve caiga encima mía.

Ahora mismo me siento como si nada existiera, como si nada de lo que ha sucedido haya pasado nunca, como si yo pudiera decidir todo. Siento que puedo parar mi tiempo y hacer con él lo que yo quiera, como si quiero pararlo para siempre o utilizarlo para pensar, porque cuando quiera puedo reiniciarlo y todo volverá a su curso, y yo sabré lo que tengo que hacer.

Pero no, porque pase lo que pase, el tiempo no va a cesar y voy a seguir igual, en la misma posición, pensado en lo mismo, esperando algo que jamás va a suceder, seguiré como siempre solo que más vieja y cansada de todo.

Porque las cosas cambian, los amigos se van y la vida no se detiene por nadie.

Porque la vida avanza a toda hostia sin esperar a nadie, porque la vida va tan deprisa que si no te enganchas a ella, desaparece en la mitad de un segundo, delante de tus ojos, mostrándote todo lo que te perdiste, lo que nunca tendrás, mostrándote aquello que deseabas y que ya jamás podrás conseguir.

Y es lo que acaba de suceder, la vida a avanzado, no he podido seguirla y me he quedado aquí, en un punto que es intermedio entre el punto de partida y el punto final, porque no sé que hacer con vida. 

Ella me enseñó lo que podría tener, la vida perfecta junto con Justin, esperándole, pero en vez de eso decidí irme, dejándole solo, intentandole olvidar, siendo así un hecho muy fallido. Decidí echarle todas las culpas a él, porque era lo más sencillo, sin darme cuenta que la única culpable era yo, todo lo que pasó fue por mi orgullo, porque se retrasó unos meses más de los que me dijo. Porque creía que se había olvidado de mí y que nunca regresaría.

Una estupidez por mi parte.

Y ahora me encuentro aquí, en un parque, montada en un columpio, sola, imaginándome que puedo volver y que puedo detener el tiempo y hacer lo que yo quiera, cuando sé que eso nunca podría llegar a pasar.

Y es entonces cuando me doy cuenta de todo, mis ojos se abre de par en par y paro el columpio bruscamente. 

Estoy haciendo lo mismo que sentí que me hacían a mí.

Estoy utilizando a una persona para que sufra lo que yo sufrí.

No puedo dejar que eso siga así. Esto tiene que parar.

Tengo que hacerme dueña de mi vida y atrapar aquello que me mostró hace un tiempo.

Porque sí.

Ese es mi destino. O más bien eso es lo que yo quiero para mí.

Solo falta que mi orgullo deje que haga todo esto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario