lunes, 25 de marzo de 2013

Capítulo 11

Me dejo balancear por el viento, noto que soy libre, que nadie puede pararme Siento que soy dueña de mi vida.

Después de unos minutos dejo de balancearme y me miro el cielo cubierto por nubes grises de las cuales descienden pequeños copos de nieve. Noto el frío del lugar y a la vez no lo noto, estoy tan metida en mis pensamientos, que a veces no siento nada.

El viento mueve mi pelo y los copos de nieve empiezan a cubrirme. Pero me da igual, sólo quiero pensar en lo que estoy haciendo con mi vida, que camino esto escogiendo y si es el correcto.

Porque a veces pienso que sí, que es el que debo seguir, pero hay otras veces que pienso que es el peor camino de todos, y que voy a acabar mal. Y normalmente se repite mucho que piense esto último.

Y tengo miedo, miedo de que siga mi instinto y confundirme. Porque si sigo este camino y me equivoco... ¿luego qué? No puedo retroceder en el tiempo, ni cambiar mi futuro ni mis elecciones.

Quiero elegir.

Quiero elegir bien sin que esto repercuta de una manera mala en mi futuro.

Pero claro, quiero que todo me salga perfecto sin antes haberme equivocado, y eso lastimosamente no es posible.

Alguien me rodea la cintura y dejo de pensar, no hace falta que me gire, sé que es él. Su olor me llega y me embriaga, es un olor inconfundible. Un olor que años atrás llevaba mi nombre.

-Hermosa, ¿por qué no dejas que hable contigo? Cada vez que lo intento, sales corriendo. -Susurra.

Y quiero contestarle, pero no me atrevo.

Me gustaría decirle que no hablo con él por la simple razón de que no quiero perderme en sus ojos y volver a enamorarme de él. Aunque nunca haya dejado de estarlo.

Le cojo las manos, estoy temblando, quiero salir corriendo, quiero evitar esto y esconderme en mi cama y pensar que todo está bien. Quiero para el tiempo.

-Justin... Yo....

No deja que hable, me gira y me dice.

-No digas nada, sólo deja que nuestro amor, continué.

Y quiero gritarle a los cuatro vientos que sí. Que lo dejo todo, que le amo. Pero algo me lo impide.

Sube sus manos a mi cara y me acaricia, yo pongo mala cara, está helado. Y a la vez tengo cierta inseguridad.

¿Es esto real?

Espero que sí.

Se da cuenta de mi cara y las baja a mi cuello que tiene un pañuelo que lo cubre.

Me acerca a él, suspira, cierra los ojos.

Quiere besarme. Y yo a él. No puedo seguir así. Desde que lo volví a ver he querido besarle, demostrarle que nada ha cambiado.

Pero no puedo.

-Justin...yo... no puedo... -Le digo aún con los ojos cerrados.

-Sh...- Me manda callar él.

Suspiro, noto su respiración, me humedezco los labios, no puedo negarlo, quiero besarlo y no voy a retenerme más.

Pero antes de que nuestros labios se junten escuchamos una voz. Una voz que reconozco perfectamente.

-¿Qué está pasando aquí?

Oh no. Marcos.

Nos separamos rápidamente y me giro a él.

Abro la boca para decirle algo, pero no puedo. Puede ser para decir "no es lo que parece". Pero el problema es que sí lo es. Queríamos besarnos. Íbamos a besarnos si él no hubiera llegado, y él jamás se hubiera enterado.

-No lo digas. No digas que no es lo que estoy viendo. -Dice dolido.

-No te iba a decir eso, porque sí es lo que ves.

-¿Por qué? -Pregunta.

-Porque le sigo amando.

Y hasta yo me sorprendo de lo que acabo de decir. Marcos me mira con ojos acuosos y Justin estupefacto, no puede creérselo  al igual que yo, me abraza y apoya su cabeza en mis hombros, yo le sonrío y dejo caer mi cabeza hacia atrás.

-¿Entonces? ¿Ya está? ¿Se acabó? -Dice empezando a llorar.

-Se acabó.

-Bien, pero luego no vengas a buscarme. -Dice girándose para marcharse.

-Lo siento. -Digo en voz baja.

-No, no digas que lo sientes cuando no es verdad.

Y con esa última frase se marcha. Se marcha para siempre.

O eso esperaba yo.


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